Un total de 8 peregrinos de Barcelona y de Portugal completaron esta semana el Camiño da Geira, una ruta que estas semanas estuvo amenazada por los incendios forestales, pero que pudieron finalizar sin incidentes gracias a la ayuda de las autoridades.

El Camiño da Geira e dos Arrieiros, una ruta joven pero a la vez exigente, sumó esta semana una historia marcada por la superación y la incertidumbre. Pierina Comenge, natural de Barcelona y con una década de experiencia en distintas rutas jacobeas, recorrió junto a tres amigas catalanas y cuatro compañeros portugueses los casi 240 kilómetros que separan Braga de Compostela. Su testimonio refleja la dureza de un camino todavía poco transitado y el temor añadido por los incendios que asolarongran parte de Ourense, Pontevedra y el norte de Portugal durante esas fechas.
«Salimos el 19 de julio desde Braga. Al inicio teníamos cierta inquietud porque nos llegaban noticias de los incendios en Galicia, pero por suerte no tuvimos que desviarnos ni dejar ninguna etapa sin hacer», explica Comenge. A diferencia de otros grupos de peregrinos que se vieron obligados a recurrir a taxis en zonas cortadas por el fuego, ella y sus compañeras pudieron completar el itinerario previsto sin incidentes.
El grupo, formado por cuatro mujeres de Barcelona y cuatro peregrinos portugueses con los que coincidieron en la ruta, optaron por ampliar a once días la planificación inicial: «La etapa de Beariz fue durísima por lo que decidimos partir la siguiente en dos para no forzar tanto», recuerda la barcelonesa.
A lo largo del recorrido, se fotografiaron en puntos reconocidos, como el famoso bar de Codeseda, las esculturas de madera de Pardesoa o la oficina de turismo de la Casa das Letras de A Estrada. «Nos habían dicho que normalmente pasan casi 1000 peregrinos al año, pero apenas nos cruzamos con una decena de personas. Es muy bonito, pero más duro y menos conocido que otros», admitió ella.
El miedo a los incendios
Aunque nunca estuvieron en peligro directo, los incendios también marcaron su experiencia. «En algunas etapas vimos humo y pasamos junto a bosques quemados. Incluso pensamos en llamar a un taxi porque temimos que el fuego estuviera demasiado cerca, pero nos tranquilizaron diciendo que la zona era segura», relata. Durante el trayecto observaron hidroaviones y brigadas de bomberos trabajando sin descanso. «La información que nos llegaba era constante, y eso nos ayudó a seguir adelante sin perder la calma», añade.
Desde Barcelona, antes de iniciar el camino, seguían las noticias de Galicia con preocupación. «Pensábamos que quizá nos veríamos obligadas a abandonar, pero finalmente no fue así. Nuestro objetivo era hacerlo de principio a fin, y lo conseguimos», afirma orgullosa.
De cara al futuro, Pierina ya piensa en conocer nuevas rutas: «El Camiño de Ignacio Taverneiro lo descubrimos este año y quizá nos animemos con él en próximas ocasiones. Probablemente repetiremos en verano, que es cuando tenemos vacaciones, aunque este año hemos sufrido un poco con el calor, pero sobre todo esperamos que no haya incendios».
